Nómada corazón

La Universidad Nebrija, su cátedra de español como lengua para personas migrantes y refugiadas publica mi poema «Nómada corazón» en el contexto de su concurso «Voces sin olvido».

¡Muchas gracias!

Nómada corazón

Más adelante apenas te acordarás 
por qué habías emprendido este viaje,
una vaga memoria conserva la emoción 
de un mundo lleno de puertas abiertas,
también la congoja en el corazón
y la niebla, siempre la niebla,
que iba tragando todo
lo que dejabas a tu paso. 

Tú te imaginabas que este viaje
sería un viaje como cualquier otro 
con una salida y una llegada,
un tránsito a otro mundo,
un tránsito que se acabaría
con el inicio de tu nueva vida.

Pero este viaje
es un viaje interminable,
este viaje es un viaje sin fin.

Llegaste cargada con maletas,
maletas y bolsas, algunas vacías
otras repletas con baratijas inservibles
a pesar de que habías elegido
tus mejores prendas y piezas;
todavía no entiendes cómo tu tesoro
se pudo haber convertido en ceniza.

Ay, Cenicienta, 
en la que te has convertido,
la niebla ha tragado
también tu nombre enseguida.

La boca llena de piedra bruta
recién sacada de una cantera 
te separa un abismo de los demás,
tu discurso infantilizado
entre silencios y exabruptos,
tú que solías cantar
con los pájaros en los verdes prados;
a veces todavía bailas descalza,
es entonces cuando te acuerdas
cómo te llamas. 

Y, aun así, testaruda,
has logrado formar un hogar,
te has hecho al espacio
que habitas y has construido,
con ayuda o sin ella, poco a poco,
como las hormigas, las incansables,
como las urracas, las beligerantes,
una casa tuya, un barquito en el mar.

Pero resulta que tu casa se desdobla,
tu casa nunca es solo tu casa
siempre está tu casa y la otra casa,
la casa que dejaste que la devore la niebla,
de manera que tu corazón no sabe dónde vive,
no tiene dirección concreta
y transita por lugares recónditos.

Buscando en la arena tus propias huellas 
quieres regresar, atravesar otra vez la niebla,
pero el mundo gira en todas las partes
a la misma velocidad alrededor del sol,
y todas las agujas de todos los relojes
corren en una sola dirección:
lo que la niebla devoró solo sobrevive
en tu nómada corazón.

Es patinar sobre un lago helado
y escuchar rugir el agua congelada, 
tú sigues dibujando círculos y piruetas 
con las cuchillas afiladas de tus patines
que centellean reflejando el sol 
sobre el blanco plano
sin saber si el hielo va a aguantar 
el peso de tu alma partida.

Sin embargo, el río convierte
con su interminable fluir
la piedra más cortante en canto rodado,
y en tanto vaivén, entre burbujas y peces,
pierdes la orientación y te preguntas 
si estás en el camino de ida 
o en él de regreso;
todas las sendas parecen llevar a tu casa,
sin embargo, ninguna jamás ha llegado, 
sigues cautivada en este viaje interminable.

Y una vez más, desconcertada,
revisas tu equipaje
y apruebas con sorpresa
tus maletas repletas de tesoros,
prendas y piezas conectadas con tu recuerdo,
y lo que te parecía ceniza gris
resulta ser puro polvo de oro.