Un cubo de oro desparramado
sobre la superficie áspera
del mar: papel crepe.
He hecho trampa y robado
unos momentos al hastío cotidiano.
El sol todavía está
muy alto, la tarde en suspenso y
los contornos de las islas
se desdibujan en el horizonte.
Aquí soy otra –
no la que estaba sentada
frente mi pantalla inerte.
Intento arrancar al tiempo
un bocado de aire, un destello de luz,
el sonido del agua que salpica
la roca con sal, quiero
parar el velero encima la cresta:
conservar la imagen en memoria.
¿Cuánto durará el vuelo
de la gaviota artista del aire
antes de desvanecerse
en la nada de mi tiempo interior
como la arena fina del reloj
que corre y se agota?